Tierra prometida-el sueno argentino
al centro de importantes iniciativas en Buenos Aires
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Tierra prometida


el sueño argentino


escrito por la periodista Paola Cecchini y editado por la Regione Marche (Italia)  ha sido presentado el 29 de avril al Istituto Italiano de Cultura de Buenos Aires. Patrocinado por la Embajada de Italia en Buenos Aires, la Embajada de la Républica Argentina en Italia, el Ministerio de los Italianos nel Mundo y la Precidencia del Consejo de los Ministros, el trabajo de la Cecchini (dividido en dos volúmenes: Historia y testificaciones y Apéndiz estadística y normativa) cuenta en 1100 páginas, 670 notas, 106 fotografias antiguas, 3 libros diarios, 28 prospectos estadísticos y 70 testificaciónes, la historia de los italianos (y marquesanos) en Argentina y viceversa. Recensido por la mayor parte de los periódicos italianos en el mundo; y segundo al Premio Internacional Emigración del año pasado,


Terra promessa

il sogno argentin
o


ha sido presentado también en la XXXIV Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y en el seminario organizado por el Centro de Estudios Migratorios Latino Americanos (C.E.M.L.A.) cuya  finalidad es promover y defundir la producción académica relacionada con el estudio de las migraciones en, hacia y desde America Latina.


En la mayor parte campesinos, los marquesanos fueron autores en la pampa de una primacía, o mejor, de un descubrimiento revolucionario, conocido a nivel internacional con el nombre de siembra directa: consiste en la siembra del campo sin arar, y permite el reposo y la salvaguardia de la tierra que a menudo corre el riesgo de volverse desértica. En la provincia de Mendoza, además, fueron los primeros en cultivar olivos y los únicos en idear un museo dedicado al vino, aún hoy único en Argentina y en todo el Continente Suramericano. Aúnque se refiere sobretodo a la gente comune, el libro cuenta tanbién las historias de personas ilustres, como Francesco Tamburini (aequitecto del Teatro Colón y de la nueva Casa Rosada); Lorenzo Gigli (el pintor de dos mundos); Giuseppe Cingolani (fundador en Santa Fe del Ateneo de Artes y Sciencias), Renato Cesarini (fundador del River Plate)…En tiempos más cercanos, se recuerdan la tenista Gabriela Sabatini, el futbolista Mauro Gérman Camoranesi y el campéon del San Antonio Spurs (N.B.A), Emanuel Ginobili.


 


Por lo que se refiere a la inmigración de argentinos a la Italia central (donde la Regione Marche se encuentra) una testificación aparece particularmente interesante. Partenece a Patricia Monica Vena, bioquímica rosarina, en Italia junto al marido, artista plástico, desde el año 2000.


En Italia Patricia descubre que, mientras el subdesarrollo más notorio de la Argentina es de tipo económico, existe un subdesarrollo italiano en el plano cultural: “en muchos aspectos, nuestra mentalidad es más abierta, más capacitada para evolucionar que la de esta sociedad italiana, como si el peso de la historia que esta última carga sobre sus espaldas la obligase a caminar despacio y con paso cauteloso, no sea que se le caiga alguna tradiciòn por el camino... Fue precisamente esta caracterìstica la que desde un principio creó en nosotros la sensación de encontrarnos en una extraña dimensión en la cual el pasado y el futuro coexistían confundiéndose  y confundiéndonos. Sì, porque adjudicábamos a personas que tenían acceso a determinados niveles tecnológicos y hasta cientìficos, niveles acordes de preparación, información y cultura que no siempre tenían”.


Segundo Patricia y sus amigos, la italiana es una sociedad no habituada a recibir en su seno otras culturas, una sociedad que, al contrario, había sido históricamente inmigrante en el mundo, y por lo tanto no estaba y no está equipada ni siquiera a nivel de legislación para incorporar personas que vienen de otras realidades.


 


“Vinimos, todos nosotros, esperando, sin saberlo, encontrar, aquì, entre pasado y futuro nuestra identidad. En definitiva la encontramos, descubrimos, aquì, entre dialectos y consumismo que somos argentinos”. Esta poesia es el reflejo de una de las cosas más importantes que le dió a Patricia la experiencia de la inmigración: la posibilidad de tomar conciencia en un modo casi doloroso por lo intenso, de un hecho que mientras estuve en Argentina no analicé jamás... era tan natural ser argentina, que ni siquiera me daba cuenta.


Solo enfrentándome a esta realidad distinta -que se manifiesta en cada acto de la vida, desde las costumbres alimenticias hasta el modo de establecer relaciones con otros seres humanos, logré tomar conciencia con el hecho de que también nosotros tenemos una identidad, con características propias y con cultura propia.


 


Y aquì, al mencionar la cultura, toco el punto neurálgico de su inmigración. En este "cara a cara" con la sociedad italiana, con todos sus avances tecnológicos, cientìficos y económicos, Patricia descubre que los argentinos estan dotados de características que el pueblo italiano ha perdido: Es decir, nosotros conservamos intacto nuestro sentido de autoconservación, porque nuestra realidad polìtica, social y económica nos lo exige, y no se trata solamente de escapar a peligros fìsicos, sino además de una desarrollada capacidad de revertir circunstancias que nos son adversas y sacarles algún provecho. Esto significa no ahogarnos en un vaso de agua; esto significa también no necesitar una enorme cantidad de inùtiles utensilios indispensables para la vida moderna sin los cuales las sociedades ultradesarrolladas estarían perdidas.


Volviendo por la primiera vez a la Argentina despues algunos años, Patricia tome contacto, no ya en un plano cultural o de información, sino como una experiencia internalizada, con el casi absurdo de aquellas extensiones de tierra sin cultivar, libradas a la naturaleza y sus ritmos propios: “En Italia entendí lo que significa extraer al máximo de la tierra todo lo que puede dar; me acostumbré a ver cultivos en las laderas de las montañas, en los jardines de las casas y en cualquier pedacito de tierra disponible”.


Una vez en Rosario, la sorprendiò la diferencia de edificación y de trazado urbano, con respecto a las ciudades italianas, la cantidad de cielo de los barrios de Rosario, donde la gran mayoría de las casas son bajas, de un solo piso, dando así una sensación de mayor espacio y aire, comparadas con las calles angostas y flanqueadas de casas con dos o tres pisos de cualquier pueblo o ciudad de Italia, donde a veces parece que ni siquiera el viento se animase a entrar: “Son dos estructuras absolutamente distintas, reflejo de dos pensamientos distintos, pero no puedo decir que una me guste más que la otra, simplemente amo cada uno de estos dos estilos por lo que cada uno de ellos ripresenta”


 


Contradicciòn es la palabra màs adecuada para definir sus sentimientos: “Si, porque mientras por un lado me gusta sentirme parte de los italianos, me gustarìa reconocer las tradiciones, los recuerdos, el pasado. Y por otra parte, cuando estoy en un grupo de argentinos y usamos nuestros códigos, recordamos nuestro pasado (no el de los libros de historia, sino ese que se registra en la memoria colectiva) y reímos de las cosas que nos hacen reír... me siento en casa”.


Y concludendo: “Creo que cada uno de nosotros, argentinos - italianos, italianos - argentinos, o como sea que nos llamemos, lo que quisiéramos es poder traernos la Argentina a Italia, o sea, traer nuestra gente, nuestras costumbres, nuestros sábados a la noche y nuestros asados del domingo, a esta tierra que nos gusta, a este sistema socio- polìtico-económico que nos permite vivir y crecer como personas sin los sobresaltos y angustias que eran parte de nuestras vidas en Argentina.”


El libro de Paola Cecchini se puede descargar intieramente desde el sito www.consiglio.marche.it . Es posible obtenirlo también escribiendo al Presidente del Consiglio Regionale delle Marche (fax n.071/2298376- Email:  presidente@consiglio.marche.it ).


 

Paola Cecchini email:paola.cecchini@regione.marche.it

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